Hace casi dos años, 60 músicos colombianos se reunieron y publicaron una canción titulada «Un Paso Hacia laPaz». Entre maracas, un apasionado coro de estrellas del pop, cantantes indígenas y músicos vallenatos canta «Así es como canta Colombia por la paz», instando a poner fin a 50 años de conflicto armado en el país.
Si avanzamos hasta hoy, la paz por la que canta Colombia está por fin al alcance de la mano.
A finales del mes pasado, el grupo rebelde FARC y el gobierno colombiano anunciaron un acuerdo de paz definitivo, un alto el fuego permanente a la violencia incalificable que ha asolado el país durante medio siglo. Y, por suerte, tuve el privilegio de ver cómo se desarrollaba este momento de primera mano mientras mis colegas y yo estábamos en Colombia visitando cooperativas de café y cacao en la exuberante y verde Sierra Norte de Santa Marta.
Me encanta visitar Colombia desde que Root Capital empezó a trabajar allí hace casi una década, pero este viaje fue como viajar a una tierra nueva. Prácticamente todas las personas con las que hablamos mis colegas y yo -especialmente en el campo, donde se produjo la mayor parte de la matanza- tenían un destello de esperanza en los ojos cuando hablaban de la promesa del futuro. Nacido de un deseo feroz de romper con el pasado, es el tipo de optimismo primario que te pone la piel de gallina. Este optimismo es lo que se capta tan bellamente en «Un Paso Hacia la Paz».
El acuerdo de paz de Colombia es un hito antes inconcebible para Colombia y para el mundo, pero como en todas las situaciones posteriores a un conflicto, la realidad es que la paz sólo durará en la medida en que un país pueda satisfacer las necesidades básicas de sus personas más vulnerables que viven en una grave pobreza.
Nuestros clientes -empresas agrícolas y los miles de pequeños agricultores a los que sirven- tienen un papel esencial que desempeñar en la reconstrucción tras un conflicto y en la perpetuación de la paz. En Colombia, nuestros clientes han dedicado sus vidas y el propósito de sus iniciativas empresariales a consolidar la paz allí donde han podido. Al crear y mantener una alternativa viable a la economía de la droga en las zonas rurales de Colombia, estos empresarios se han esforzado por crear las condiciones económicas que se prestan a una paz duradera.
Una de las personas notables que conocí en mi reciente viaje fue Marta Cecilia de Contrera, una agricultora colombiana de 51 años y miembro de una de las cooperativas de café con las que trabajamos. Mientras hablábamos frente a su granja de madera pintada de rojo y blanco, Marta me contó que había huido de su vida en las plantaciones bananeras de la costa caribeña del país en 1997, después de que los paramilitares mataran a varios de sus seres queridos.
Finalmente, aterrizó en las selvas tropicales de Santa Marta, donde ella y su entonces marido utilizaron los ahorros de toda la vida de su familia para comprar una pequeña finca de café. Cuando me enseñó la casa, vi un hogar que desmentía su pasado: jardineras por todos los rincones de la casa y orquídeas color caramelo que goteaban de viejas botellas de refresco a las que había dado un nuevo uso.
Unirse a la cooperativa fue el punto de inflexión para Marta. Antes de afiliarse, producía 1.000 kilos de café al año. Hoy su producción es de 6.600 kilos, y ha invertido sus ingresos adicionales en transformar su casa: suelos de cemento en lugar de tierra, una cocina adecuada, un dormitorio nuevo, un retrete nuevo y una fosa séptica. Ha construido un rústico beneficio húmedo de café y una instalación de secado solar, y recicla o trata todos los residuos y efluentes de su granja. Sonríe orgullosa: con el apoyo de la cooperativa, se ha labrado una vida que antes parecía imposible. Gran defensora del acuerdo de paz de Colombia, Marta sabe cómo podría ser la paz permanente para muchos otros.
Willy Foote (izquierda) con Marta Cecilia de Contrera (centro), la Agente de Préstamos Angela Milena Rivera y el Director General Daniel Rivera
La agricultura puede desempeñar un papel importante, y funcionar con relativa rapidez, a la hora de impulsar el crecimiento económico en las regiones que salen de un conflicto. Nuestro trabajo consiste en liberar el potencial de empresas y cooperativas como la de Marta para contribuir a un mundo más próspero y pacífico. En lugares como la República Democrática del Congo, Ruanda y Uganda, hemos visto cómo la inversión en café en particular puede crear una vía positiva hacia la paz. En palabras de Juan Esteban Orduz, de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC): «Cuando el café entra, el conflicto sale». Desde Colombia hasta el Congo, estamos comprometidos en llevar a cabo ese proceso.
Hoy, en el Día Internacional de la Paz, mi mente está puesta en el importante momento que se está viviendo en Colombia, y en el trabajo crítico que tenemos por delante en ese país y en tantos otros del mundo. Estoy lleno de la misma esperanza e inspiración que impregnan el campo colombiano mientras celebramos este increíble «paso hacia la paz».
Con gratitud,
Willy Foote, Fundador y Director General
Suscríbete a nuestro boletín y sé el primero en recibir estas cartas bimensuales del director general de Root Capital.