Este perfil forma parte de una serie que recoge cómo las Subvenciones para la Igualdad de Género de Root Capital están transformando la vida de las mujeres rurales. Lee más aquí.
«Antes», dice la cultivadora de sorgo Sylveria Nkui, «vendíamos nuestros productos en la carretera y no teníamos un mercado seguro. [Now] ya no llueve sobre nuestros productos. Si hoy tenía que venir Shalem a por los productos y no pueden venir, podemos guardar nuestras cosechas dentro y dormir aquí con nuestras cosas. Ésta es una ciudad pequeña; incluso sin vigilantes, nos sentimos seguros».
Eso se debe a que Shalem Investments -un agregador de sorgo dirigido por mujeres en Meru, Kenia- construyó un centro centralizado de recogida de cosechas para agricultores como Sylveria, utilizando una Subvención para la Igualdad de Género (GEG) de Root Capital.
Sylveria no sólo se beneficia del nuevo centro de recogida, sino que preside el comité femenino que lo supervisa. «De hecho soy yo quien lo ha solicitado [center] se construyera!», dice. Ahora supervisa el uso de las instalaciones por parte de 35 grupos de agricultores locales diferentes. En el año transcurrido desde su construcción, el centro ha ayudado a reducir los riesgos de los agricultores y les ha garantizado un comprador listo y honesto. Donde los productores solían vender su cosecha de sorgo por entre 5 y 25 chelines kenianos el kilo, ahora tienen un contrato que garantiza que Shalem comprará su producto a un mínimo de 30 chelines el kilo. Para Sylveria, los ingresos adicionales -junto con los pequeños préstamos que ahora se ofrecen a los productores de Shalem como parte del GEG- le han ayudado a ella, madre soltera, a pagar las tasas escolares de sus cinco hijos.
Además de dirigir el esfuerzo del centro de recogida, Sylveria participó con entusiasmo en las formaciones de Shalem financiadas por el GEG. A través de estos talleres, tanto mujeres como hombres han podido desarrollar nuevas habilidades relacionadas con las finanzas, la nutrición, el liderazgo y la agricultura sostenible.
El liderazgo de Sylveria encontró una nueva expresión en las actividades financiadas por el GEG. «Estoy enseñando a los demás a no tener miedo a probar cosas nuevas», reflexiona. «Puede que digan: ‘Eso es demasiado desafiante, ¿y si hay sequía? Pero donde otros ven que el camino es difícil, ahí es donde intervengo yo».
