Cuando sale el sol en Finca Eskandia, la granja ya ha cobrado vida.
En este pequeño caserío de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de Colombia, el gallo empieza a cantar en lo que parece la mitad de la noche. Pero para Ana Delia Becerra, esa llamada a las 4 de la mañana señala el comienzo del día. Ana Delia dirige una finca de café totalmente ecológico que funciona también como albergue para el incipiente programa de ecoturismo de la cooperativa La Red Ecolsierra. Para cuando se levantan sus invitados y llegan sus trabajadores agrícolas, ya ha puesto una cafetera recién hecha y una pila de arepas en la mesa.
Hasta que sale el sol, es difícil apreciar la belleza de esta finca de montaña. Pero a las 6 de la mañana, los rayos de sol empiezan a filtrarse a través de la niebla que se despeja lentamente. Los cantos de los 28 pájaros que no se encuentran en ninguna parte fuera de esta cordillera pronto se unen al gallo, y una brisa fresca hace que el calor pegajoso de la costa de Santa Marta parezca un recuerdo lejano.
Hace apenas 20 años, esta serenidad se vio interrumpida por frecuentes ráfagas de disparos.
A medida que el conflicto entre el gobierno y las fuerzas paramilitares desgarraba las zonas rurales de Colombia, las mismas montañas que crean unas condiciones perfectas para el crecimiento de los cafetos se convirtieron en lugares igualmente idóneos para las batallas de la guerrilla y la producción secreta de cocaína. Ana Delia perdió a un hermano en este conflicto. Casi todos sus conocidos perdieron a alguien.
Cuando se firmó el acuerdo de paz en 2016, campesinos como Ana Delia pudieron cultivar café en la Sierra Nevada sin miedo a la violencia. «Mis abuelos enseñaron a mis padres a cultivar café, y mis padres me lo enseñaron a mí», dice Ana Delia con orgullo. «Ahora mi marido y yo enseñamos lo mismo a nuestros hijos».
Incluso en el suelo fértil de Sierra Nevada, producir café es un trabajo duro. Los cultivadores de café suelen operar con márgenes muy estrechos. Con el precio internacional del café en su nivel más bajo desde 2006pero esos márgenes son más estrechos que nunca. Por si fuera poco, el cambio climático puede dificultar el cultivo del café, y a menudo facilita la propagación de enfermedades de los cultivos. Cuando se enfrentan a contratiempos como éstos, muchos agricultores simplemente no tienen suficiente dinero en efectivo a mano para recuperarse.
Para los miembros de La Red Ecolsierra, las cosas son distintas. Las certificaciones de Comercio Justo y orgánico de la cooperativa garantizan a los agricultores unos ingresos mínimos muy superiores al precio de mercado del café, que es ínfimo; con el apoyo de Root Capital, también forman a sus productores en técnicas agrícolas que aumentan tanto la productividad como la calidad.
Gracias a los mayores ingresos obtenidos por su afiliación a La Red Ecolsierra, Ana Delia y sus hermanos han comprado cada uno su propia parcela de tierra. Con el apoyo de la cooperativa, Ana Delia ha transformado su granja en un albergue en pleno funcionamiento, con una cocina al aire libre, un hermoso jardín y espacio suficiente para alojar a dieciséis personas.
Al abrir su casa a los huéspedes, Ana Delia está ayudando a La Red Ecolsierra a ser pionera en un programa de ecoturismo totalmente nuevo que da empleo a varios miembros jóvenes de la cooperativa y ofrece a los agricultores una fuente de ingresos adicional. Root Capital apoya esta iniciativa, con financiación de USAID Feed the Future.
«Queremos mostrar a la gente el hermoso paisaje que rodea nuestras granjas», dice Ana Delia, mirando hacia un interminable mar verde que desciende, kilómetros abajo, hasta el reluciente Caribe. «Abrimos las puertas de nuestro albergue a los turistas para que conozcan nuestra cultura y nuestro entorno natural».
Ana Delia ha trabajado duro para conseguir lo que tiene. Pero su trabajo está lejos de haber terminado. «A medida que La Red Ecolsierra avanza en materia de calidad, mi mayor reto es educar a las personas que trabajan para mí, enseñarles que tienen que seleccionar a mano las cerezas de mejor calidad». Tiene razón al preocuparse tanto por la calidad: seleccionar las judías de mayor calidad es una de las formas más seguras de que un caficultor obtenga mayores ingresos.
«Se trata de enseñar a [farmers] una nueva forma de pensar», dice. Es un trabajo duro, pero está dando sus frutos. El café cultivado por Ana Delia y los trabajadores que emplea es 100% orgánico y obtiene sistemáticamente una puntuación en cata de 80 sobre 100: grado de especialidad. Es mejor para la tierra y para el consumidor, y consigue un mejor precio para Ana Delia.
Ana Delia tiene mucho de lo que estar orgullosa. Pero cuando se le pregunta de qué se siente más orgullosa, se le escapa una sonrisa y responde con facilidad. «Ser cafetalera», dice. «¡Ser una mujer cafetera!»
Con el apoyo de nuestros donantes, Root Capital proporciona financiación crítica y desarrollo de capacidades a empresas de toda Colombia.
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-creando en el proceso oportunidades muy necesarias para los agricultores.